Es común que te encuentres con una meseta de peso si han pasado más de tres semanas desde que empezaste a seguir el plan de comidas. No te preocupes, es normal que esto ocurra mientras que tu cuerpo se ajusta a los nuevos cambios en la dieta. El cuerpo humano es increíblemente adaptable y se esfuerza por mantener el equilibrio energético.
Cuando se mantiene un déficit calórico constante durante un período prolongado, los procesos metabólicos del cuerpo se adecúan, lo que puede provocar un estancamiento en el peso. Este fenómeno se produce cuando el cuerpo intenta conservar energía y adaptarse a la reducción de la ingesta calórica.
Afortunadamente, las mesetas de peso son temporales y pueden abordarse de varias maneras. Una de ellas consiste en incorporar un "día trampa" a tu rutina. Ese día, puedes permitirte una o dos porciones de alimentos que te antojan, como un postre o unas papas fritas.
Tener un "día trampa" tiene varias finalidades. En primer lugar, supone un descanso mental de la rigurosidad del plan de comidas, lo que te permite disfrutar de tus alimentos favoritos sin sentirte culpable. En segundo lugar, puede ayudar a estimular el metabolismo al aumentar temporalmente la ingesta de calorías. Este cambio puede ayudar a evitar que tu cuerpo se adapte a un déficit calórico prolongado.
Sin embargo, es importante abordar los "días trampa" con moderación y atención. Mientras te das un capricho, recuerda controlar las porciones y no excederte. El día trampa debe ser una excepción planificada y controlada de tu plan de comidas habitual, y no una excusa para comer en exceso.
Recuerda que el día trampa no debe descarrilar tu progreso general ni convertirse en una justificación para caer en hábitos alimentarios poco saludables. Es una herramienta para superar una meseta de peso y proporcionar beneficios mentales y metabólicos.
Comentarios
0 comentarios
Inicie sesión para dejar un comentario.